sábado, 15 de febrero de 2014

Javier y Fernanda

Javier Balderas Mireles es el nombre de mi hermano mayor  con quien compartí estancias, la familia disuelta, en un internado y en los pueblos donde nacieron mi madre y mi Papi: El Pueblito (Querétaro) e Ixtlahuaca (Hidalgo) respectivamente. Aventuras perdidas en  una dolorosa memoria. También compartimos unos años en la escuela primaria que estaba a espaldas de la Secretaria de la Defensa Nacional. El único recuerdo que guardo de allí, indeleble, es cuando en época de lluvias hacíamos al salir de clases, El Barquito de Papel (Joan Manuel Serrat dixit), y lo seguíamos en la corriente que bajaba por avenida Conscripto hasta periférico. En secundaria, que compartimos un año, me dio baje con mi novia Sandra. Pero bueno, yo era un chiquillo más ocupado en el futbol y el basquetbol que en las niñas y él, ojo verde y rulos, ya decantaba en hombre.

Fernanda Balderas Sánchez es mi hija, mi amor, mi nenita. Como muchos saben, su venida y la convivencia con ella, me hicieron recuperar a mi yo niño que estuvo perdido durante muchos años. La miro a ella y me veo yo cuando era niño. Fernanda, actriz nata,  siempre ha sido muy ocurrente y a pesar de lo que dijeran todos, incluida su madre, mi madre y la familia en general, siempre me ha parecido simpática y graciosa. Me ha arrancado sonrisas, risas y carcajadas. Como con la vez que, en el súper, nos encontramos de frente con un chavo rudo vistiendo una sudadera, brillitos incluidos, de Campanita el personaje de Peter Pan. Lo primero que dijo Fer fue  que el chavo nos diría: “denme todo lo que traen o les echo mi polvo de hadas…”  
Quizás, después de todo, Fernanda no sea tan graciosa. Quizás es sólo que la amo.

Recuerdo que cuando niño, era yo mi dado a hacer gestos, voces y a reírme como loco en la noche diciendo que se apoderaba de mi "El Ánima Risuda".  No recuerdo que mis ocurrencias le hicieran gracia a mi madre y a nadie en la familia, excepto a mi hermano  Javier.  Hoy quiero agradecer a mi hermano por reírse de mí y conmigo por "El Ánima Risuda" o por las "Trompetas Pichicatas" (de la canción Penny Lane de The Beatles), entre muchas otras ocasiones.
Quizás yo no era tan gracioso. Quizás era sólo que me amaba...

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