martes, 21 de junio de 2016

La Leyenda del Hilo Rojo

La leyenda oriental cuenta que tenemos un hilo invisible en nuestro dedo, atado a las personas a quienes estamos destinados a conocer. Dicho hilo nunca desaparece. No importa el tiempo ni la distancia. No importa cuánto tardemos en conocer a esas personas, tampoco importa el tiempo que pases sin verlas, y menos si vives del otro lado del mundo. El hilo nunca se romperá. Se estirará hasta el infinito.Lo llevamos desde nuestro nacimiento y nos acompañará, tensado, flojo o enredado, a lo largo de nuestra vida.

Aquí la leyenda del hilo rojo:

“Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su imperio vivía una bruja muy poderosa, quien tenía poder de ver el hilo rojo del destino, y la mandó traer ante su presencia. Al llegar, el emperador ordenó a la bruja que buscará el otro extremo del hilo que llevaba atado al dedo meñique, y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a la petición  y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta el mercado, en donde una pobre campesina con un bebé en los brazos, ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba la campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: <Aquí termina tu hilo>, pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente. Ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza. Muchos años después, llegó el momento en que el emperador debía casarse y su corte le recomendó desposar a la hija de un general muy poderoso. Aceptó. Legó el día de la boda, y en el momento de ver por primera vez el rostro de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que le cubría totalmente, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente."

Aunque no está claro si el origen de la leyenda es chino o japonés, lo cierto es que la leyenda está tan arraigada en las culturas orientales, que millones de personas llevan atado a ellas un hilo rojo real.

Así la leyenda del hilo rojo. Un hilo al que no podemos imponer nuestros caprichos o nuestra ignorancia. Un hilo que no podremos romper ni quitar. Un hilo que conecta con los amores profundos, eternos. Los que son parte aguas en nuestra vida. Que simbolizan el antes, y de los que sabemos que no habrá después.

Un hilo rojo que simboliza el amor.

El amor filial, fraternal, pasional.

martes, 22 de marzo de 2016

Cuando hablo de amor (Jorge Bucay)

No hablo de estar enamorado cuando hablo de amor, no hablo de sexo cuando hablo de amor,  no hablo de emociones que solo existen en libros, no hablo de placeres reservados para los exquisitos. No hablo de grandes cosas.

Hablo de una emoción capaz de ser vivida por cualquiera, hablo de sentimientos simples y verdaderos, hablo de vivencias trascendentales, pero no sobrehumanas, hablo del amor tan solo como querer mucho a alguien.
Pero que estamos diciendo cuando decimos ¿"Te quiero..."? Yo creo que decimos 'Me importa tu bienestar.' Nada más ni nada menos. Cuando quiero a alguien, me doy cuenta de la importancia que tiene para mi lo que hace, lo que le gusta y lo que le duele...

'Te quiero, significa, pues, me importa de ti; y 'te amo' significa que me importa muchísimo. Y tanto me importa que, cuando te amo, a veces priorizo tu bienestar por encima de otras cosas que también son importantes para mi.

Esta definición conducirá a la plena conciencia de dos hechos: no es verdad que te quieran mucho aquellos a quienes no les importa mucho tu vida, y no es verdad que no te quieran los que viven pendientes de lo que te pasa.
Repito, si de verdad me quieres, !te importa de mí¡ Y por lo tanto, aunque sea doloroso aceptarlo, si no te importa de mi, será porque no me quieres. Esto no tiene nada de malo, no habla mal de que vos no me quieras, solamente es la realidad, aunque sea una triste realidad.
Hay muchas cosas que yo puedo hacer para demostrar, para mostrar, para corroborar, para confirmar o legitimar que te quiero, pero hay una sola cosa que yo puedo hacer con mi amor, y es quererte, ocuparme de vos, actuar mis afectos como yo los sienta. Y como yo los sienta será mi manera de quererte. Tú puedes recibirlo o puedes negarlo, puedes darte cuenta de lo que significa o puedes ignorarlo supinamente. Pero esta es mi manera de quererte, no hay ninguna otra disponible.

Querer y demostrarte que te quiero pueden ser dos cosas distintas para ti y para mí, y en estas, como en todas las cosas, podemos estar en absoluto desacuerdo sin que necesariamente alguno de los dos esté equivocado. Cuando alguien te quiere, lo que hace es ocupar una parte de su vida, de su tiempo y de su atención en ti. Cuando alguien te quiere, sus acciones dejan ver claramente cuánto le importas.

Yo no creo que el amor sea un espacio de sacrificio. Yo no creo qiue sacrificarse por el otro garantice ningún amor, y mucho menos creo que sea la pauta que reafirma mi amor por el otro. El amor es un sentimiento que avala la capacidad para disfrutar juntos de las cosas y no una medida de cuanto estoy dispuesto a sufrir por ti, cuánto soy capaz de renunciar a mí.

A medida que recorro el camino del encuentro, aprendo a aceptar que quizás no me quieras. El afecto es una de las cosas cotidianas que no depende solo de lo que hagamos nosotros, ni exclusivamente de nuestra decisión, sino que, de hecho, suceda.

Sucede o no sucede, y si no sucede, no hay manera de hacer que suceda, ni en ti ni en mí.
Si me sacrifico, me mutilo, y cancelo mi vida por ti, podré conseguir tu lástima,  tu desprecio, tu conmiseración, quizás hasta gratitud, pero no conseguiré que me quieras, porque eso no depende de lo que yo pueda hacer.

No solo no podemos hacer que nos quieran, sino que tampoco podemos hacer nada para dejar de querer.


Jorge Bucay es psicodramaturgo, terapeuta gestáltico y escritor. Nació en Buenos Aires, Argentina en 1949.

Maneja en su obra, un mensaje muy directo a nivel emocional. De escritura clara y lectura sencilla, son libros de superación personal que invitan a la introspección y recuerdan que el poder (ser asertivos), está dentro de cada uno de nosotros.

Algunos de sus libros son:

-  Amarse con los ojos abiertos (2000), en el cual aborda temas de pareja.
-  Cartas para Claudia (1986), en ésta obra utiliza la epístola como recurso narrativo.
-  Cuentos para pensar (199), mi favorito: El Buscador.
-  Déjame que te cuente (205), cuenta la historia de un terapeuta que narra una historia por sesión a Demián su paciente. Cada narración ayuda al joven a encontrar las respuestas necesarias para llevarlo al camino del auto-conocimiento.

lunes, 14 de marzo de 2016

Lo que te diría Dios

Dogma. Idea. Imagen. Palabra. Mito. Leyenda. Concepto. Enseñanza. Fe. Camino. Luz. Amor. Origen. Destino...

Dios representa, para mucha gente, dependiendo de sus creencias, alguna o varias de éstas palabras.

Para mí, la idea de Dios, se acerca mucho a lo expresado por Baruch Spinoza en el siguiente texto.

Deja de rezar y disfruta de la vida, trabaja, canta, diviértete con todo lo que he hecho para ti.
Mi casa no son esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi morada.
Mi casa son los montes, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es donde vivo.
Deja de culparme de tu miserable vida. Yo nunca dije que eras pecador y que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado para que puedas expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría.
No me culpes de lo que te han hecho creer. No leas libros religiosos. Léeme en un amanecer, en el paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de un niño.
Deja de tenerme miedo. Deja de pedirme perdón.
Yo te llené de pasiones, de placeres, de sentimientos, de libre albedrío. ¿Cómo puedo castigarte si soy yo el que te hice?
Olvídate de los mandamientos que son artimañas para manipularte.
No te puedo decir si hay otra vida. Vive como si no la hubiera, como si ésta fuera la única oportunidad de amar, de existir.
Deja de creer en mí. Quiero que me sientas cuando besas a tu amada, acaricias a tu perro o te bañas en el mar.
Deja de alabarme.
No soy tan ególatra.

Baruch Spinoza (1632-1677), fue un filosofo holandés, autor de Ética, obra en la que dedica un capítulo a Dios.