
Dios
representa, para mucha gente, dependiendo de sus creencias, alguna o varias de
éstas palabras.
Para mí, la
idea de Dios, se acerca mucho a lo expresado por Baruch Spinoza en el siguiente
texto.
Deja de
rezar y disfruta de la vida, trabaja, canta, diviértete con todo lo que he
hecho para ti.
Mi casa no
son esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices
que son mi morada.
Mi casa son
los montes, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es donde vivo.
Deja de
culparme de tu miserable vida. Yo nunca dije que eras pecador y que tu sexualidad
fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado para que puedas expresar
tu amor, tu éxtasis, tu alegría.
No me culpes
de lo que te han hecho creer. No leas libros religiosos. Léeme en un amanecer,
en el paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de un niño.
Deja de
tenerme miedo. Deja de pedirme perdón.
Yo te llené
de pasiones, de placeres, de sentimientos, de libre albedrío. ¿Cómo puedo
castigarte si soy yo el que te hice?
No te puedo
decir si hay otra vida. Vive como si no la hubiera, como si ésta fuera la única
oportunidad de amar, de existir.
Deja de
creer en mí. Quiero que me sientas cuando besas a tu amada, acaricias a tu
perro o te bañas en el mar.
Deja de
alab arme.
No soy tan ególatra.
Baruch
Spinoza (1632-1677), fue un filosofo holandés, autor de Ética, obra en la que
dedica un capítulo a Dios.
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