Nuestro
miedo mayor es nuestro poder inconmensurable.
Es nuestra
luz, no nuestra oscuridad lo que nos aterra.
Optar por la
mezquindad no sirve al mundo,
no hay
lucidez en encogerse para que los demás no se sientan inseguros junto a ti.
Nuestro
destino es brillar como los niños.
y conforme
dejamos que nuestra luz propia alumbre,
inconscientemente
permitimos lo mismo en los demás.
Y al
liberarnos de nuestro propio miedo,
nuestra presencia
automáticamente libera a otros.
Poema de
Marianne Williamson, del que Nelson Mandela hizo una adaptación que integró a
su discurso como presidente electo de Sudáfrica, en 1994.
No hay comentarios:
Publicar un comentario