lunes, 8 de abril de 2013

Nuestros Ancianos



Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
Ingmar Bergman

El domingo, mientras desayunaba, observé una reunión en una de las mesas contiguas que llamó fuertemente mi atención. Eran tres personas. Posteriormente me enteré que hermanos; una pareja en sus 40's y un Anciano (hoy dicen que son personas de la tercera edad. A mi, la palabra Anciano me parece bellísima), de alrededor de 75 años, postrado en silla de ruedas. El centro de atención en la mesa era el anciano. La pareja le hablaba con mucho cariño y, cuando  él hablaba, ambos lo miraban con una atención rayana en la devoción.  Ella le hablaba de lugares, se los detallaba en cuanto a formas, colores, paisajes, luz. En algún momento ella entonó una canción  mirándolo con mucho cariño. El Anciano mantenía en su rostro una expresión de alegría. De felicidad. Pensé que debe ser hermoso llegar a esa edad rodeado de personas así, y me pregunté: cuántos de nuestros Ancianos tienen esa fortuna? Cuántos de mi generación disfrutaremos así de nuestra vejez? Yo, por mi parte, agradezco  la oportunidad de presenciar y disfrutar de  momentos así, en una sociedad donde reina cada vez mas la indiferencia.

domingo, 7 de abril de 2013

Janireth Giuliana


Mujer, irías a ser muda, que Dios te dio esos ojos.

Vicente Huidobro


Hoy, en el lugar al que fui a desayunar,  conocí a una persona de las que se ven pocas veces. La señorita que me atendió es una agradable mujer de enormes ojos negros que hacen juego con su cabello, negrísimo también. Ambas cosas contrastan con su sonrisa blanquísima, igualmente hermosa.
Por qué llamó mi atención? Si tú vas a un parque no te sorprende ver personas paseando a sus perros, o vestidas con pants haciendo ejercicio. A matrimonios paseando o jugando con sus pequeños, o a parejas tomados de la mano, intercambiando caricias y atenciones.  Pero si viéramos en este parque a una persona vestida para esquiar en nieve? O a un tigre? A un oso polar? Que tal a alguien sentado en un escritorio trabajando? Simple, nos llamarían la atención, estarían fuera de lugar; sobresaldrían y desentonarían con el entorno.
Pues bien, lo mismo sucede con Janireth Giuliana. Sobresale de sus compañeras. Tiene una cierta gracia y distinción que no son comunes. Un aire de dignidad  que la hace desentonar, estar fuera de lugar. Hay algo de elegancia en la manera como hace su trabajo. Se agradece que existan personas así y ojalá las hubiera en todas las profesiones. Le comenté que en ocasiones conozco personas o situaciones que me inspiran a escribir sobre ellas. De las que vale la pena dejar registro, aunque las personas jamás lo sepan. Como la de hoy, en la que una señora platicaba con su hermano, anciano ya, con una devoción que pocas veces se ve. Le cantaba y le detallaba lugares que venían a la charla. Personas y situaciones únicas. Como esos hermanos. Como Janireth Giuliana. Yo por mi parte dejare registro aquí de esa charla y le escribiré el poema que le prometí a Janireth Giuliana. Expresarle en palabras lo que ella expresa con su presencia

Felipe Cazals


Tuve la oportunidad de conocer Felipe Cazals en un seminario de directores que cursé hace unos años en el Centro Nacional de las Artes en el cual también participaron Sergio Olhovich y Luis Mandoki, entre otros.

Director de gran influencia y trascendencia, Cazals es autor de una de las cinematografías más polémicas de México.
Nos ha entregado tres de las más importantes cintas del cine mexicano: Canoa y Las Poquianchis (basadas en hechos reales), y El Apando,  que retrata el Palacio de Lecumberri, una de las cárceles  más obscuras del sistema penitenciario  mexicano heredado por Porfirio Díaz; dramas históricos como La Güera Rodríguez sobre María Ignacia Rodríguez de Velasco, personaje de la Independencia de México,  y Su Alteza Serenísima , en la que nos presenta los últimos días del general Antonio López de Santa Ana.  También nos ha contado historias que retratan las debilidades del sistema judicial mexicano como el drama social Los Motivos de Luz y el documental dramatizado Digna… hasta el último aliento sobre la muerte de Digna Ochoa, defensora de los derechos humanos.
Es, para mí, uno de los directores de los que hay que ver todas sus películas, aunque sean filmes pos ficheras como Burbujas de Amor y Desvestidas y Alborotadas, o populacheras como Rigo es Amor.

En 2006 estrena Las Vueltas del Citrillo (sorprende la actuación de José María Yazpik) drama que se desarrolla en buena parte en la pulquería que da título a la cinta y cuya historia integra elementos de realismo fantástico y realismo mágico. En los diálogos se recurre a expresiones de la época así como a refranes y dichos populares.

En sus últimas dos películas, Cazals nos vuelve a entregar  su cine: gran contenido social e histórico y excelente en la puesta en escena y la dirección de actores. Basadas en personajes históricos que no figuran en la historia oficial. Ambos de la revolución. Ambos jóvenes, y ambos dispuestos a dar su vida por lograr sus objetivos y sus ideales.

En la primera nos narra la  historia de  Chicogrande, personaje encargado de conseguir un médico para  Pancho Villa, herido tras la frustrada invasión a Columbus.
Ayer tuve oportunidad de ver la segunda, El Ciudadano Buelna, basada en la historia de Rafael Buelna, un joven que a los 20 años tomó las armas para pelear contra Porfirio Díaz y, a los 24, enfrentó y apresó a Álvaro Obregón. A diferencia de muchos personajes de la revolución, Buelna luchó también por mantener los ideales de la misma.

Como en Bajo la Metralla, Cazals nos muestra como los movimientos, guerrilleros o sociales,  terminan por corromperse desde adentro y como prevalecen los personajes que  responden a intereses por encima de los que intentan cimentarlos en los ideales y objetivos desde los que surgieron. La Independencia, La Revolución, el 68, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, el CGH y últimamente el yo soy 132. Escojan uno. La historia se repite y nosotros no aprendemos nada.
Así como se extrañan personajes históricos como Rafael  Buelna, también se extrañan directores con el compromiso social de Cazals, que nos entreguen no solo películas de calidad, sino verdaderos documentos cinematográficos e históricos, y no cine palomero dirigido al sentido aspiracional de un público cada vez más adaptado a una sociedad profundamente enferma.