miércoles, 22 de febrero de 2017

Estela

A sus 20 años aún no sabía que lo que buscaba en una pareja era una madre y no una mujer, así que ninguna fructificaba en una relación estable. Ellas no buscaban un hijo sino un hombre.
Por eso sus relaciones eran con mujeres mayores.
Por eso eran efímeras.
Por eso llegó Estela a su vida.
Con ella llegó también una de las lecciones más grandes que un hombre puede recibir sobre las mujeres.
Diez años mayor que él, fue ella quien puso las reglas.
-No quiero una relación romántica- le dijo. -será solo sexo. Nada de invitaciones a comer, al cine, a comer, o a pasear.
Él se instaló cómodamente en esas condiciones.
La relación funcionó algunos meses. Estela lo visitaba en su casa, o él pasaba por ella a su oficina e iban a un discreto motel en Azcapotzalco. Con el tiempo, él comenzó a aburrirse de la rutina encontrase-coger-despedirse, y empezó a verla con el fastidio de quien trabaja en un empleo que odia.
Además Estela comenzó a hacer peticiones que contravenían sus propias reglas: ‘caminemos un poco’ ‘acompáñame a hacer una compras’ ‘llévame a mi casa’. Así que no pudo evitar ver señales de alerta cuando un día en que la llevó a su casa, le pidió que pasara, le presentó a su madre y a su hija, con quienes vivía, y lo invitó a sentarse a la mesa para cenar.
A partir de allí la relación se fue diluyendo y terminó por romperse cuando en una ocasión que él tenía muchos deseos de estar con ella, Estela le pidió que fueran primero a tomar un café. Aceptó a regañadientes, pero siguió insistiendo en que fueran al motel. Estela pidió esperar un poco más, pero ante su empeño, le dio un no definitivo.
-          - Si en estos momentos aceptara ir contigo, solo sería para llenar tu ego.
Él estalló en sonora carcajada y respondió:
-          - Corazón, el único ego que yo tengo es intelectual, y para que lo llenes está cabrón.
Una bofetada, una mentada de madre y un café tibio en el rostro, fueron la despedida de Estela.
Se quedó pensando, ante las miradas indiscretas de los ocupantes de otras mesas, que Estela lo había aceptado en su vida por la hormona, y pretendió escalar la relación a partir de allí, desde lo más elemental e instintivo. Él creía que era al revés.
Lección aprendida…

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