El último día del curso intercambiaron, como despedida, un beso que un titubeo hizo que casi se dieran en la boca. Él se cimbró de pies a cabeza.
Romántico como era, pensó que Vanessa le había conmocionado, emocionado y conmovido lo suficiente como para convertirse en inspiración, así que decidió convertirla en poesía.
Todo habría terminado allí de no ser porque semanas después recibió una llamada para invitarlo a la clausura del seminario de la generación que le siguió.
Para sorpresa y alegría suya, Vanessa también había sido invitada. Durante el cóctel de clausura no se separaron. Rieron, bailaron, se abrazaron. Él le recitó uno de los poemas que había escrito, le dijo que quería compartir momentos a su lado, que quería invitarla a salir, que deseaba que fuera su novia y eventualmente hacerle el amor, en una especie de desmedida incontinencia verbal y emocional en las que no se reconoció. Ella dijo que si a todo, así que quedaron en salir a la semana siguiente.
Después comer, no dejaron de besarse de camino al hotel. Después de horas de hacer el amor, ella preguntó si podía hablarle sobre algo.
- Claro! - respondió él.
Recién había roto con su novio. Ella era gerente de capacitación en una empresa líder en su ramo. Trabajaban en la misma empresa y él no perdía oportunidad de hacerla ver mal, humillarla, ignorarla y demás lindeces que solo un patán haría, en una mezcla de bullying, mobbing y violencia de pareja. Él tenía un hijo y según ella, no perdía oportunidad para correr a casa de su ex, ya fuera por cualquier asunto relacionado con el niño o para arreglar algo en la casa. No sentía que él valorara el apoyo e impulso que ella le había dado. Le había ayudado a prepararse para aplicar para un mejor puesto. Hombre de poca ambición, a instancias suyas se había hecho de un coche.
Él la escuchó atento hasta el final de su relato y la abrazo con ternura mientras pensaba que una joya así necesitaba en su vida. Secó con besos sus lágrimas y volvieron a hacer el amor.
A la semana siguiente repitieron la rutina. Él iba dispuesto a decirle que quería quererla, enamorarse de ella, construir una relación.
Después de hacer el amor, ella le pidió que la disculpara, pero que no podía seguir con la incipiente relación. Que aún quería a su novio y que intentaría arreglar las cosas con él. Él le dijo que entendía, que agradecía su honestidad, y le deseo la mejor de las suertes. Camino a su casa le preguntó sobre qué era lo la que hacía querer a su novio de esa manera a pesar del trato, en su opinión, carente de respeto que él le daba. Ella sonrió con picardía y respondió:
- Me gusta como me baila y como me coge...
- Ok. Y cada cuando te lleva a bailar?
- Por lo menos una vez al mes.
- Y cada cuando te coge?
- Todos los martes.
Se despidieron con un beso y un abrazo.
Mientras manejaba camino a su casa escuchando High and dry de Radiohead, pensó en el sinsentido de querer regresar con un hombre que te hace lo que te gusta 5 veces al mes mientras el resto se la pasa dándote un trato del que te quejas...
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