domingo, 9 de abril de 2017

Viaje Musical (1)

Los primeros recuerdos en su memoria musical eran de Alfonso Balderas Jimenez, su padre, su papi como el lo llamaba, poniendo discos en su consola. La Sonora Santanera, Daniel Santos, Mike Laure, Sonia López y otros artistas de la época. Inolvidables momentos cuando lo veía escuchar y cantar, una y otra vez, 100 años de Pedro Infante y Mi razón de la Santanera.
Con su hermana adolescente a inicios de los 70, escuchó a Carlos Lico, Héctor Meneses, Roberto Jordan, La Tropa Loca, Los Solitarios, Los Jinetes, Los Terrícolas, Napoleón, Los Ángeles Negros, José José (que desde entonces nunca fue de su gusto) y por supuesto, Juan Gabriel, quien fue su favorito durante los últimos años de su niñez. Nunca entendió como la gente se podía identificar con las letras de las canciones, sobre todo las sufridas, las que hablaban de desamor y abandono. Desde entonces, algunas le parecían cómicas y hasta ridículas. Él escuchaba las canciones por el ritmo y la melodia. Ponía atención a las letras que consideraba cercanas a la poesía, a la que se aficionó desde entonces.
Quien lo introdujo a la música en inglés fue su cuñado, gran fanático de The Beatles. También le enseñó a apreciar el sonido estereo. Era mágico como, al escuchar la música con audifonos, el sonido se repartía dentro de su cabeza. Podía identificar perfecto cada uno de los instrumentos. A finales de los 70 y ya afincado en Satélite, durante la secundaria su amigo "El Gallo" lo introdujo al rock de finales de los 60 y principios de los 70: Creedence, Deep Purple, Black Sabath, Peter Frampton, Bob Dylan, Queen, The Rolling Stones. Alucinó con el Made in Japan de Deep Purple, el Recorded Live de Ten Years After, y con los Led Zeppelin I, II, III y IV.
Por supuesto, el movimiento de la música disco le pasó desapercibido y consideró al movimiento punk  prefabricado y etiquetado de origen, rehuyó incluso a Sex Pistols y The Ramones. Del new wave post punk se quedó con The Clash y The Police.
A inicios de los 80, y refugiado en la radio de la época (Radio Universal, La Pantera y Radio Capital), la principal fuente para acercarse al rock (genero que estaba por quedarse como el eje de su gusto musical), comenzó su melomanía.  El primero disco que compró fue el sencillo (45 Rpm) Living thing, de Electric Light Orquesta, a quien siguió mientras mantuvieron su sección de cuerdas. Showdown, su rola favorita. Deslumbrante su álbum Time, una joya de electro-progresivo.
A principios de los 80 escuchó por primera vez a U2 con New years day del álbum War y los siguió, en retrospectiva y hasta el Atchung baby. Con Miguel, su compañero de deportes descubrió a Journey cuando, después de comprar el cassette del Escape, éste lo invito, casi a escondidas, a escucharlo en el estéreo del coche de su papá. En la misma época entró en contacto con Reo Speedwagon, Styx y Toto.
Junto con su primo Javier se volvió fan de Iron Maiden con el The Number of The Beast.
Antes de ingresar a la prepa entró a trabajar a un taller de serigrafía por el rumbo de Tacubaya. Allí, de la mano de su primer novia, entró en contacto con la cumbia, la salsa y las fiestas sonideras callejeras. Será porque no le gustaba que nunca aprendió a bailar, así que no encontró en dichos ritmos (junto con lo grupero y la banda) nada que lo impresionara. En el primer año de la prepa trabajó, junto con su hermano, en unos laboratorios relacionados con la cienciología. El dueño era un sueco muy simpático con quien pasaban largos ratos hablando de música. Con él conoció a Manolo Sanlucar, y a Paco de Lucía, John McClaughin y Al DiMeola, con su fabuloso concierto Friday Night Live in San Francisco. Y por supuesto, a ABBA. Allí también conoció a Pepe y a Rafa, dos "satelucos" que alucinaban con AC/DC, Van Halen y The Who, y a un "chico disco", Javier, "El Muppet" otro "sateluco" que lo hizo revalorar algo de la música disco, principalmente a Donna Summer...

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